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I: Blog en el Siglo XXI

  • Foto del escritor: César Madcat
    César Madcat
  • 28 ene 2020
  • 4 Min. de lectura

Me encontraba hacinado en mi cuarto de 3x3 de la casa de interés social en la que habita mi familia. Desempleado y sin más motivación diaria que buscar un nuevo trabajo. Uno que no me convirtiera en un ente sistematizado y miserable.

«Quizá sería mejor ponerme a leer algo y alejarme del pesar del fracaso que asola a los hombres desempleados.» Reflexioné.

Con lectura básica pendiente en mi buró, llenándose de polvo, estaban “1984” y “Un mundo feliz” obsequiados por mi madre y aguardando desde mi anterior etapa como servidor público.

En aquél entonces, no tenía tiempo de leerlos, no soy la clase de sujeto que sube al transporte público con su libro en mano leyendo de estación en estación, simplemente no me concentro.

Lo postergué dejando “1984” por la mitad y el otro aún con su código de barras intacto. «Ahora estoy sin empleo, tengo tiempo ¡carajo! ¿Por qué aún no los termino?»


Decidido a concluir la lectura, me preparé un café cliché, apagué mi música y me recluí para concretar la actividad sin ningún estímulo más que el de mi habitación. Abrí el libro donde una hoja maltrecha fungía como separador, un viejo documento de mi antiguo trabajo que me recordó mi condición de desempleado nuevamente. -¡Mierda!- La arrojé a un rincón y abrí la página 217 donde me quedé.

Apenas dos párrafos después, mi móvil se enciende: “Perenganito te etiquetó en una publicación”. Procrastinador excelso, interrumpo la lectura y atiendo la alerta: -¡Mira wey!- Uno de mis contactos me etiqueta en una noticia de nota roja cercana a mi conflictivo domicilio: “Hallan dos cuerpos descuartizados en plena avenida” acompañado de la fotografía de un cuerpo desmembrado.

Desensibilizado a la violencia extrema, como la mayoría de la sociedad Mexicana, veo la fotografía sin inmutarme y la nota, (que evidentemente mi conocido no leyó) tiene fecha de al menos un mes de antigüedad.


«¿Por qué chingados me etiquetan en esto?» Una noticia vieja, de tres párrafos, cargada de morbo, pintaba de rojo por lo explicito, y de amarillo por el periodismo de cuarta. Sin mayor objetivo que conseguir la atención en redes y el morbo de los locales. «Sí, sí, ya sé que mi localidad está de la mierda» Pensé mientras suspiraba de hastío. Pude notar que pese a lo gráfico de la nota, no tuvo ningún efecto en mí más que la liberación de cortisol en mi cerebro. Y me generó preguntas sobre mi reacción.


Me evocó a la mente un suceso de 1998, cuando detuvieron a Daniel Arizmendi, un secuestrador mejor conocido como “El mocha orejas” catalogado así por la sanguinaria costumbre de mutilar a sus rehenes y enviar los dedos y orejas a las familias como muestra temeraria de amenaza, lo que le valió su alias. En aquel entonces, según recuerdo y leo, fue una noticia nacional, de gran impacto por la brutalidad del acto.

Hoy, dos décadas después, andamos casi indiferentes entre cadáveres, sangre y fosas clandestinas debido a la cotidianidad. Es tan común, que a nadie le importa más allá de un par de días. Exceptuando a las familias de los desafortunados colaterales de una sociedad enferma y una justicia fallida.

Inclusive el calor del averno puede volverse ordinario para todos, después de sumergirnos en las aguas sulfurosas de la decadencia para los que le sobreviven al tiempo.


Volviendo a mi realidad de 3x3, después de mi viaje sináptico, llevaría una media hora bajando en el feed de facebook, llenándome los ojos de porquería sin sentido, anuncios y quizá algunas cosas constructivas (hay que decirlo) pero distractores a fin de cuentas. –Pero si yo estaba leyendo, ¿Qué hago aquí?- me dije.

En ese momento caí en cuenta el por qué no he podido terminar el libro. Por un lado, me distraigo fácilmente, es verdad. Pero por otro lado, vivimos una era muy ruidosa, estamos rodeados de estímulos constantes y agresivos a nuestros sentidos y por más que te intentes ausentar, el más grave de nuestra era, viaja con nosotros en el bolsillo... El celular: un lujo que se volvió necesidad y finalmente dependencia.

En una entrevista para la BBC en 1999, David Bowie hablaba sobre como el Internet cambiaría la forma en que nos comportamos y comunicamos, y en sus palabras:

…Para bien y para mal”. Me pregunto si él veía en aquel entonces la dificultad futura de la humanidad para vivir sus vidas fuera del Internet, y de la desensibilización de la misma.


En fin…

Es irónico o quizá subconsciente, que se me ocurriera toda esta verborrea mientras leía una afamada novela sobre un futuro distópico y del retroceso de la sociedad y de la humanidad misma en nombre del “Progreso”.

Terminaré el libro tarde o temprano, y esta primer entrada en breve, porque mi móvil no deja de vibrar y lo levantaré esperando que se trate de algún empleador interesado en este ya no tan joven idealista y de pensamiento poco optimista.


A raíz de todo esto, decidí abrir este blog. Un espacio dónde escribir mi visión del mundo y mis intereses, una expiación terapéutica en las palabras aquí escritas y a la vez, intentar crear algún contenido que aporte un granito de arena positivo a la red, más allá de youtubers simplones o fotos de las Kardashians en su ultimo escándalo. No busco atención, ni cambiar al mundo con esto, simplemente encuentro valor en la lectura, en la escritura, en la creación y también por qué no… el Internet y su hermoso potencial.

Espero escribir seguido por aquí. Ni poco, porque significa que procrastino más de lo que debo permitirme… ni demasiado, porque significa que sigo desempleado y tengo tiempo de sobra (Ya en serio, deséenme suerte).

Obsequienme recomendaciones de música, vídeos, sitios web o lo que sea donde encuentren cosas si no positivas, al menos constructivas o enriquecedoras. Los leo.

Si llegaste hasta aquí, muchas gracias. Espero que te agrade este espacio donde me refugio del apocalíptico siglo XXI.

Aquí cabemos todos.



1 comentario


armendarizmemo
29 ene 2020

Es una aventura escribir. Un paseo. Una caminata corta o larga. Un propósito, un comienzo y ya se produjo algo. Chido.

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