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México Post Covid-19

  • Foto del escritor: César Madcat
    César Madcat
  • 13 jun 2020
  • 4 Min. de lectura

Henos aquí. A unos cuantos días de comenzar a salir nuevamente a las calles. Creas o no en el virus, la verdad es que la naturaleza es así: en el momento que se decida para borrarnos del mapa… puede hacerlo. Y más allá de las implicaciones económicas, sociales, ecológicas y políticas que se desencadenaron en los últimos 3 meses, se asomó la fragilidad de la especie humana, sus deficiencias y necedades.


Probablemente la mayoría de estas circunstancias sucedan a nivel mundial, pero siendo habitante de México me enfocaré en lo que me rodea.

Primero un pequeño resumen: Vimos de todo en las noticias y en redes sociales. Las fakenews predominaron alimentadas por el pánico y la necesidad constante de mantenerse “bien informado”. En el otro lado de la balanza, los incrédulos que acusaban a la élite de una conspiración mundial para engañarnos (y quitarnos el juguito de rodilla) salían a la calle, realizaban fiestas y reuniones con total indiferencia ante las advertencias gubernamentales, provocando molestia y miedo en los que sí veían en el Covid-19 una amenaza a su salud y la de su familia. La nube de la división se tornó gris.

Mientras tanto, en ausencia de la actividad del progreso humano, la naturaleza se tomó unas vacaciones saliendo a pasear con relativa tranquilidad de no encontrarse con un miembro de nuestra irracional especie. Un respiro de esos lampiños y cabezones mamíferos (humanos).

En E.U. El racismo provocó el caos, y las redes sociales se encargaron de lanzarle gasolina a un tema que siempre ha vivido en nuestras narices, pero que todo mundo se niega a reconocer, hasta que pasan estas desgracias. Esto es tema para otro día.

Un lanzamiento espacial, una catastrófica recesión económica que se avecina, murió Óscar Chávez (chale), Aliens de la Nasa, el tren Maya, Calderón Narco-Expresidente y un largo largo etcétera.

El 2020 es el round 6 en la pelea Márquez-Paquiao (nosotros somos Paquiao) y apenas vamos en junio, pero… aquí sigue la humanidad (con sus sensibles perdidas).

Y bueno, ¿qué cambió?... Spoiler: No hemos aprendido nada.


Y no hablo de la sana distancia, o el quedarse a trabajar desde casa y todo eso que suena en los noticieros, porque seamos neta… En México a veces simplemente no hay más y la necesidad te obliga a subirte a un metro repleto porque pues sí… está cañón el virus, pero se tiene la fea costumbre de “comer 3 veces al día” y pues hay que atenderla.

Con esto no les digo que “no hay de otra, que les valga madre y salgan a ser productivos” solo hay que entender que no deben juzgar al que volverá a trabajar en estos días, porque quizá tu realidad no sea la misma que la de esa persona. Si tú eres de los que tendrán que volver a rifársela desde ya, cuídate. No hay mucho que hacer cuando vas en metro Indios Verdes a hora pico y tienes la axila de “González” en tu cara, y “Lupita” la de contabilidad viene tosiendo sin cubrebocas, sin embargo, tú trata de cumplir, reduce las probabilidades.


Quizá peco de pesimista, pero con todo esto, tuvimos 3 meses para la reflexión, para la empatía y la conciencia. 3 meses que, si bien no son suficientes para construir nuestra utopía futurista, si son un excelente tiempo para despertar la conciencia individual y posteriormente, crear un cambio colectivo. Por desgracia, apenas han anunciado los primeros regresos a la “Nueva normalidad” y ya estamos como gallinas tratando de salir del corral. El crimen vuelve a las calles, el tráfico a las avenidas, el ruido y el bullicio comienzan a manifestarse, la inconsciencia consumista y la basura se aparecen como un fantasma de un pasado cercano, muy desalentador. La naturaleza vuelve a guarecerse de nuestra violenta y destructiva especie.

Las redes sociales vuelven a ser la misma mierda tóxica en la que censuramos nuestras opiniones sin necesidad de un dictador. Juzgamos lo que no es como nuestra percepción del mundo nos dice que debería ser y desatamos al perro de nuestra intolerancia y prepotencia ante quienes sí quieren algo mejor para el mundo. El egocentrismo y la necesidad de atención se pulieron y nos vuelven menos una comunidad y más seres individuales, absortos de nuestros semejantes, sus necesidades y sentimientos.


Y la política… Bueno. Basta ver a los partidos y sus representantes deschongarse por un alto puesto en el futuro, sin saber qué nos depara, aún durante estas situaciones apocalípticas. Esta gente no tiene remedio.




Conclusión: nada cambió, pero…

Puede sentar un precedente para que las personas más cercanas a su conciencia y que ubiquen mejor su lugar en el universo y en la vida (jaja eso suena bien new-age pero es neta) comiencen a hacer de este un mundo mejor, si nos da tiempo. Hijos mejor educados, más cercanos y humildes seres humanos. Mejor entendimiento de nuestra relación con la naturaleza y de la importancia de mantener una simbiosis con cada pequeño detalle de nuestro entorno natural. Dejar de practicar la violencia, de difundir el miedo, el estrés y la ansiedad. Mantenernos informados de forma proactiva y compartir música, libros, cine, ciencia y todo aquello que el ser humano es capaz de crear con amor y creatividad.


Suena difícil ¿no? Lo es. Y si lees esto es probable que, como dijera mi padre “Ni tú, ni tus hijos y probablemente ni tus nietos vivirán para ver un cambio” pero si no comenzamos a cambiar ahora, solo retrasaremos el proceso. Quizá no seamos la generación que vivió en el ápice del proyecto humano, pero podemos ser el punto de partida donde evolucionamos hacia un futuro prometedor.

Gracias naturaleza por enviarnos una lección de humildad en lugar de una roca ardiente fulminante de extinción masiva. Quien escribe estás líneas, trata de hacer su aportación para crear conciencia y comenzar a hacer de este, un mundo mejor.


Cuídense, sean mejores al volver al juego.

Abrazos libres de Covid-19.

Con amor, niñita ❤️

 
 
 

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