"Los Simpsons", el espejo cáustico estadounidense.
- César Madcat
- 18 feb 2020
- 4 Min. de lectura
Son tiempos complejos. Por un lado, es probablemente la era con menos censura de la historia de la humanidad. El Internet nos ha dotado de un inmenso canal donde somos capaces de opinar libremente sobre casi cualquier tema, sin temor de que llegue un elemento de la ley a molernos a golpes. Pese a los intentos de detener esta tendencia por parte de los más conservadores entes del poder, ya es difícil encontrarnos con una pared prohibitiva.
Sin embargo, hemos caído en la auto censura, donde no necesitamos a la autoridad para acallarnos, sino que simplemente basta con estar a contraflujo de la opinión mayoritaria o políticamente correcta, para temer ser linchados mediáticamente por una muchedumbre.
Siendo un millenial estándar, crecí en un mundo en evolución. Donde en mi sala de estar, confluían vinilos con los cassettes y los CD´s. Viví el Nintendo Family y vi nacer al Play Station. Tenía VHS apilados junto con formatos Betamax, y las novelas del canal de las estrellas eran remplazadas por lo mejor de MTV.
Apenas un año antes de mi alumbramiento, llegaron a México "Los Simpsons", esta particular serie cargada de situaciones cómicas y cáusticas que hacían enfadar a muchos padres y abuelos. Crecí viéndolos, con aún pocos capítulos, sumado a la aburrida y cíclica programación mexicana, y tras años de ver repetidamente cada capítulo, me aprendí los diálogos. Mismos que no pierdo la oportunidad de utilizar en cada conversación que me lo permita (aún a mis 27 años), desconcertando a los más jóvenes por no entender las referencias y brindando sentimiento de pertenencia con los más leales fans de Los Simpsons. Por si fuera poco, cada episodio llevaba canciones y cameos magníficos, que te ilustraban sobre cine, arte y música sutilmente, aquí probablemente tuve mis primeros acercamientos con la buena música.
Si bien no era la primer serie en resultar "agresiva" ante los ojos más conservadores de aquella época, su comedia fácilmente digerible, agradaba a chicos y grandes, por lo que se popularizaba más con cada año que pasaba. Crecer con ellos solo los hacia más graciosos, pues al ir entendiendo más el mundo que te rodeaba, el repetir un capítulo representaba encontrar otro chiste o entender un poco más de sus referencias y alusiones políticas, a situaciones sociales.
Tristemente después de las primeras 10 temporadas, la muerte de algunos guionistas, cambios de elenco, el cambio del doblaje latino que nos dolió a más de uno (era perfecto) causó que la serie se fuera desgastando hasta ser el hijo de treinta y tantos años que aún vive con su mamá alias "la señora Fox". Hoy tenemos una serie insípida, con cameos forzados, innecesarios, guiones bobos, comedia barata, y animación moderna que no hizo más que ponerle fin a las risas amarillas. Ahora, en 2020 ya hijos de Disney, muchos simplemente pedimos que se retiren con la poca dignidad que les queda.
El motivo principal que me hizo escribir de este tema, (sí, lo anterior era mi fallida breve introducción) es que el pasado 16 de febrero se cumplen 23 años de uno de los más galardonados, épicos, graciosos y controvertidos capítulos de la serie: "La Fobia de Homero".
En él, la familia amarilla conoce a "Javier", el primer personaje de la serie abiertamente gay (Smithers, pasó demasiado en el closet) volviéndose amigo del buen Homero hasta que este descubre su orientación sexual y desata lo más profundo de su ser homófobo. Temiendo que su hijo Bart, caiga en la desviación de su orientación sexual, lo lleva a dar un paseo absolutamente accidentado, que resulta en una perfecta y memorable secuencia cómica.
La emisión, representaba la cambiante tendencia Yankee, y la necesidad de reformular los prejuicios que había contra la comunidad LGBT en el buen año de 1997.
El mensaje de modernidad y tolerancia le valió al episodio un premio Emmy, convertirse en un referente progresista en televisión al tratar el tema abiertamente, controversia. De igual manera resultó en censura en algunas partes del mundo y es hoy por hoy, considerado uno de los mejores episodios en la historia de la serie según la crítica especializada.
Eso, es lo que los Simpsons solían ser, un programa de TV que podía hacer reír a chicos y grandes, escondiendo hábilmente ciertos mensajes para que solo los más grandes lo captaran. Criticaban gobiernos, países, sus estereotipos bien definidos no eran tomados por ofensa si no como la perspectiva del estadounidense promedio. Los Simpson, demandaban discusiones ecológicas, se mofaban del partido republicano, destrozaban abiertamente a su propia casa productora como creadora de contenido basura. Mostraban al mundo la otra cara de los norteamericanos, no solo la perfección de Hollywood, sino que también sus carencias culturales y sociales.
Hoy son muchas las series animadas que tratan estos temas, y aunque no fueron los primeros, siendo hijos de la naciente globalización, definitivamente fueron de los pioneros del estilo ácido.
Bueno... supongo que para este momento ya habrán notado mi amor por el programa y supongo que podría hablar por horas de ello, 27 años pegado a la TV al momento de la emisión diaria, me avalan.
Si no han visto la serie, véanla (al menos hasta la temporada catorce cof, cof), si como yo eres fan, sabrás que es algo que merece ser heredado y también esperamos ansiosamente que el nuevo dueño Disney, se apiade del espíritu errante dé la gloria amarilla y le de santa sepultura a una serie que debió morir hace más de 15 años. Si los amas... déjalos ir.
Sin más por ahora, me largo a dormir, porque he vuelto a ser un ente de oficina y debo madrugar para mi viacrucis de 2 horas diario a la CDMX.
Con amor... niñita <3

😂 "me baño con una estopa en una varilla jo-jo-jo" todo un clásico.
Después de leer esto, te comparto mi nuevo fondo de pantalla porque lo voy presumiendo con todos jajaja lo amo.